viernes, 17 de febrero de 2012

El fin del verdadero final.

Extraño tu sonrisa, mucho, muchísimo. Dime; ¿donde la escondes? Extraño tus ojos posando en los míos y miles de palabras que me hacían felices. Pero si, se ve que todo terminó de nuevo. Y parece ser que ahora toca lo mítico en estas ocasiones; llorar. ¿Esperas que lo haga? Y es que la verdad es que no hace falta que esperes más.

Y lo peor de todo es que aún no te has ido, y jamás te irás. Vas a seguir ahí, viviendo como siempre. Y voy a tener que admitir que ni tú, ni yo (o se intentará) volveremos a sonreírnos. Jamás.

domingo, 12 de febrero de 2012

Quedas lejos, cada vez más lejos. No te puedes alejar más, no quiero que te sigas alejando.
Te necesito cerca, necesito escuchar cada segundo tus palabras y encontrarme con tu mirada. Quiero que me rozes con tu mano y quiero que me sonrías como si fuera la única persona que hay en este maldito lugar.

Seguiré recordando.

Contemplo tu sonrisa embobada mientras en mi cuerpo se producen escalofríos cada vez que tus ojos me miran para sonreír un poco más. Es increíble cuando tus manos rozan mi cuerpo y me sonrojo, y te ríes, y parece que todo está hecho para nosotros dos solos.
Pero las cosas terminan tarde o temprano, y quizás este sea nuestro final.

Cada vez más fuerte.

Y es que gracias a esas veces en las que no sabías donde ibas, ni de donde venías, en las que te caías tantas veces que ya no te apetecía ni levantarte, en las que te has encontrado en una soledad increíble y jamás te creías capaz de poder volver a sonreír pero en cambio siempre lo conseguiste.





Todas esas veces, a pesar del daño y el sufrimiento son las que nos ha ayudado a ser alguien más fuerte, personas mejores y nos ha ayudado a corregir nuestros errores convirtiendo en secreto todos los defectos en algo tan especial que a nosotros mismos nos convertía poco a poco en personas increíbles

Todo es diferente a lo que nosotros queremos.

Ambos creíamos que vivíamos en diferentes circunstancias a las que vivimos de verdad. Y las cosas no son así, y por supuesto terminamos dándonos cuenta de todo. Y ahora nos lamentamos, en realidad, nos lamentamos por haber creído en un mundo mejor al nuestro, por habernos hecho ilusiones de cosas que no son, quizás hemos sido algo idiotas.
Pero para eso está la vida, para cometer errores, para imaginarnos mundos increíbles y para volver a la realidad y aprender que más allá de la imaginación está la vida real, no tan perfecta como nosotros la queremos imaginar. Pero al fin y al cabo siempre están los pequeños detalles que nos hacen sonreír.

Tú y tu maldita mirada.

¿Pero sabes que es lo que más odio de todo realmente?
No poder evitar sonreír cuando apareces y sonreír como una idiota sin tener respuesta ninguna. Que me mires y no seas capaz de sonreírme, ni un poco. Mirarte a la cara y no poder contarte mi rutina como hasta hace un poco. No poder decir que te quiero, que lo eras todo para mi. ¿Y sabes lo peor? Que lo sigues siendo. Sigo llorando escondida cuando algo no te va bien y ni siquiera me he enterado de tu boca. Y es que tu boca desde hace un tiempo ya no se dirige a mi. ¿Pero sabes otra cosa? Creo que voy a poder superarlo.

¿Y porqué no puedes?

Porque a veces las cosas son complicadas, o son tan fáciles y somos tan tontos que las vamos complicando por el camino.
¿Nunca has querido hacer algo que no puedes hacer y cuando lo puedes hacer ya es demasiado tarde?
Pues eso es lo que ocurre.